lunes, 24 de junio de 2019

- "Saben porqué no hay más genios? 
Porque a cualquier fulano con un poco de sensibilidad lo agarran 
los mercaderes baratos de cultura 
y primero lo usan, 
después lo exprimen hasta dejarlo tarado y, finalmente, lo destrozan ..." 

- De “El bar de la mala muerte”


No soy yo un descubridor de genios. 
Seguramente me he cruzado con alguno, aunque no lo haya reconocido. 
Pero Gardel, ese sí que era un genio. Un genio de verdad.

¿Quien fue Gardel?

Humildemente creo que fue el artista más grande del Tango.
 ¿Qué sería sin Gardel?, ¿qué seríamos sin él?, 
¿hubiese pasado todo lo que pasó? 
¿Tendríamos eso de lo que nos sentimos tan orgullosos?

Gardel fue el Tango. Y claro que esas no son mis palabras.
Pero, ¿qué fue Gardel para mí? 
Fue esa tarde, con 11 años, cuando encontré a mi abuelo 
escuchando la radio y cantando "Silencio". 
Yo no entendía de qué se trataba, pero una vez escuché 
cuando contó como su padre se salvó de aquella Primera Gran Guerra, 
antes de viajar a la Argentina.
Gardel era esa sonrisa que veía en todo Buenos Aires, en los bares, 
en los kioskos de revistas, en los colectivos. 
Era ese que escuchaba en la radio, por la mañana, antes de ir a la escuela. 
Ese que cantaba cada día mejor. El de la pinta insuperable. 
Ese que ponían siempre como ejemplo de buena gente.
Ya de grande fue el que cantaba eso que me hubiese gustado decirle 
a esa chica que tanto me gustaba.
Y, repitiéndome, el que nos hizo sentir
 y querer tanto esa expresión tan nuestra que llamamos tango.

Tenemos unos pocos mitos y/o héroes más en Argentina. 
Gardel está siempre ahí, recordándonos 
que siempre se vuelve al primer amor.
Yo a veces me olvido, pero como dijo uno
 de sus más grandes admiradores, 
siempre estoy volviendo, aunque sea con la frente marchita.

Un humilde servidor, gardeliano de nacimiento, Damian Boggio

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