miércoles, 17 de abril de 2019

Julio Sosa es uno de los primeros cantantes de tango 
que escuché en mi vida. 
A mi viejo le gustó siempre y me lo hizo escuchar desde chico. 
Ya con 13 años me sabía de memoria
 tantos tangos que ya me gustaban a mí. 

Cuando me dí cuenta, ya era yo el que ponía los viejos discos
 y cassettes de mi viejo, cuando estaba solo en casa, para escucharlos. 

En el canal ya he compartido selecciones de este gran cantor. 
Ahora escuchamos este tema, con la personalísima voz 
de "El Varón del Tango". 

Del magnífico tango "Cambalache", encontramos, entre otras, las versiones de Juan D'Arienzo, con su cantor Alberto Echagüe, 
Tita Merello, con Francisco Canaro 
y Miguel Caló, con Roberto Arrieta. 

De todos modos, son infinitas las versiones de este tango 
que tan bien ha descrito el siglo que ha pasado y este que ya transcurrimos.




"Cambalache", de Enrique Santos Discepolo

 Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé,
 en el quinientos seis y en el dos mil también.
 Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, 
contentos y amargaos, valores y dublé. 
Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente, 
ya no hay quien lo niegue. 
Vivimos revolcaos en un merengue 
y en un mismo lodo todos manoseaos. 

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, 
ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador. 
Todo es igual, nada es mejor, 
lo mismo un burro que un gran profesor. 
No hay aplazaos ni escalafón, 
los inmorales nos han igualao. 
Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, 
da lo mismo que sea cura, 
colchonero, rey de bastos, caradura o polizón. 

Qué falta de respeto, qué atropello a la razón. 
Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón. 
Mezclao con Stavisky, va Don Bosco y "La Mignón",
 Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín. 
Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches 
se ha mezclao la vida, 
y herida, por un sable sin remaches,
 ves llorar la Biblia contra un calefón. 

Siglo veinte, cambalache problemático y febril. 
El que no llora no mama y el que no afana es un gil 
¡Dale nomás! ¡Dale que va! 
¡Que allá en el horno nos vamo a encontrar! 
¡No pienses más, sentate a un lao, 
que a nadie importa si naciste honrao. 
Es lo mismo el que labura
 noche y día como un buey, 
que el que vive de las minas,
 que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley.

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