martes, 16 de enero de 2018

"Milonga Triste",
 de Homero Manzi y Sebastián Piana, 
por el genial Hugo Díaz. 

Un disco de vinilo de Hugo Diaz era el regalo, de mi madre, 
para mi padre, en su cumpleaños o en Navidades. 
Eran los años '70s y yo apenas escuchaba mis discos,
 con canciones infantiles, de Pinocho o Gaby, Fofó, Miliky y Milikito. 
Todavía me faltaban unos años para el cassette de Clemente
 y los mundiales de fútbol. Los discos de tango, jazz, 
del "Trío Los Panchos" o de Rafaela Carrá 
se llevaban a las fiestas familiares y de amigos 
y era la música que bailaban mis padres y los demás adultos. 

Pasaron los años y llegó el 1984. 
Yo ya escuchaba la música que escuchaban
 todos los adolecentes de mi edad. 
Ya por TV se pasaban videos musicales 
y nosotros intentábamos copiar los pasos de baile de Michael Jackson. 
Mis padres ya habían comprado para nuestra casa un centro musical 
que nos permitía escuchar discos de vinilo ( phono ), radio ( tuner )
 y cassetes ( tape ), incluso conectar auriculares y/o un micrófono. 
Y fue entonces que empezaron los problemas ...

Mi padre quería escuchar sus discos de Hugo Díaz u Osvaldo Fresedo,
 mi madre los del "Trío Los Panchos" y yo, obviamente, e cassette "Thriller", 
de Michael Jackson. 
El año 2000 que parecía tan lejano pasó hace ya unos años.
Yo ya soy una persona adulta de más de 40 años. 
De joven escuché y compré un montón de discos y cassettes de Rock Nacional 
y en inglés, de pop internacional y argentino. En los años '80s descubrí, 
como todos, el placer de bailar los "lentos". 
Incluso a principios de los 90s fui con mis amigos a bailar a la "Salsera",
 de la calle Guardia Vieja o a un boliche que quedaba en el barrio Flores,
 que no recuerdo su nombre en este momento.
 También escuché folklore argentino, en los cassettes 
de "Los Manseros Santiagueños" y "Los Chalchaleros", que tenía mi padre.
 Y también quise, más que cualquier otra cosa en el mundo, ser músico. 

Hoy hace 15 años que soy musicalizador de Tango Argentino
 y lo hago exclusivamente con discos de vinilo. 
Empecé al fin del siglo pasado en las milongas de Buenos Aires. 
Lo hice también con cassettes, mini discks, computadora, 
Ipod y todo lo que encontré en mi camino.
 Hace unos años que lo hago también en Europa y en Asia.
 Nunca pensé en mi vida que iba a dedicarme a esta profesión, 
que hace apenas algún tiempo ni siquiera existía.
 Fui a la Universidad de Buenos Aires para ser un intelectual, 
con un pensamiento más de izquierda. 
Pero en la actualidad el Tango Argentino se escucha en todo el mundo. 
Hace unos años que me fui de Buenos Aires y me traje en la valija conmigo, junto a mis sueños, los discos de vinilos que estaban en mi casa. 
Mi padre ahora sólo puede escuchar la radio. 
Y, esta noche, en alguna milonga, en alguna parte del mundo, 
musicalizaré con ellos, esos viejos discos de vinilo que eran de mi familia, 
y que me acompañan desde que era un niño. 
Esta noche el Tango lo paso y se escucha, como si fuera en el comedor,
 de mi casa, de mi Buenos Aires, cada vez más querido.


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